Si te pita el oído derecho, es buena señal. Hablan bien de tí. Es un síntoma bueno. Pero, si el que te pita es el oído izquierdo, ojo, es un mal asunto, porque están hablando de tí y no precisamente cosas buenas. Ahora, ya en serio, dejando atrás las leyendas urbanas. ¿Por qué nos pitan los oídos?A esta sensación sonora los médicos la conocen como acúfeno o tinnitus, y los pacientes suelen describirla de diferentes maneras: como sonidos de campanas, timbres, ruidos de mar o de caracolas. Muy a menudo van acompañados de cierta pérdida de la audición o de sensibilidad anormal de los ruidos. Los zumbidos más comunes suelen ser agudos, de murmullo o silbido grave.
¿Qué los origina?
Las razones pueden ser varias: lesiones del sistema auditivo de transmisión, un tapón de cera o cerumen, inflamación del oído u otitis, otoesclerosis, así como lesiones tumorales o degenerativas del canal auditivo. Los más frecuentes son los zumbidos ocasionados por daño en la cóclea o hueso caracol del oído interno, así como por daño en el nervio auditivo.
De acuerdo con algunos autores, si el sonido se presenta en tonos graves, se debe a una afección en los oídos medio y externo; ai es en tonos agudos, es probable que se deba a una afección en el oído interno.
Son muchas las enfermedades que podrían desencadenarlo, entre ellas, la hipertensión, la arterioesclerosis, trastornos del climaterio, reumatismo, insomnio o el síndrome de Méniere.
Si además del zumbido hay dolor, es posible que se trate de una infección, que haya presencia de líquido en el oído medio, que exista una perforación en el tímpano o se deba a un tapón de cerumen.
Los médicos recomiendan que si el ruido es persistente se acuda a un especialista, ya que podría tratarse de algún padecimiento serio o incluso pérdida crónica de la audición; en otros casos, el motivo puede ser la presencia de un objeto extraño en el órgano.
Intensidad Acústica
La intensidad acústica, y otras magnitudes, se miden en una unidad conocida como decibelio, su símbolo es db, y llamada así en honor del estadounidense Alexander Graham Bell, conocido por todos como inventor del teléfono.
Con ella medimos la contaminación acústica frente a la que nuestro oído tiene su propia estrategía defensiva. La naturaleza es muy sabia.
Se estima que, sometido a una sobre carga acústica (por encima de los 75dB), en nuestro interior se inicia un acto reflejo que hace que el nervio facial tense la cadena de huesecillos y aumente su rigidez.
Un cambio en las propiedades mecánicas del sistema transmisor que impide que pase tanta energía a la cóclea, protegiendo así a las células de posibles daños. Ya por encima de los 80 dB ese ruido puede producir daños irreparables.
Para que os hagaís una idea, aproximadamente, en las discotecas el volumen no baja de los 110 dB, y no son pocas las horas que se pasan en las mismas de forma continua. Todo un peligro para nuestra capacidad auditiva. Bueno era un ejemplo muy fácil...
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