Las supersticiones se hallan presentes en la vida cotidiana de miles de personas. Son uno de los fenómenos más arraígados en la mente humana individual y colectiva.Evitar pasar por debajo de una escalera, no entregar un salero en la mano, tocar madera para llamar a la suerte, o tener especial cuidado en no romper un espejo son, en plena época del desarrollo científico-tecnológico, algunas de las numerosas prácticas ó costumbres que aún reflejan el poder de la superstición sobre nuestra mentalidad. Podríamos citar decenas de tales creencias, entre las ferminadas en diversas culturas a lo largo de los siglos. Hay quienes las toman a pecho y eluden, por ejemplo, llevar a cabo acciones importantes en un martes y 13("ni te cases ni te embarques, ni de tu casa te apartes", dice el dicho popular), quienes las toman de modo lúdico aunque nno por ello las olvidan. Lo interesante es que fuera de los grados de aceptación o apego, nadie sabe cuál es la base recional de estas creencias o cómo se originaron; a pesar de ello se continúan transmitiendo de generación en generación, como una especie de códigos culturales.
Una definición formal es la propuesta por Sylvain Matton en la entrada "Superstition" de la Encyclopaedia Universalis:"un conjunto de creencias o prácticas de inspiración religiosa presentes en un individuo o grupo que resultan imcompatibles con el nivel de conocimiento científico o teológico adquirido por ese individuo o grupo". La superstición implica convicciones de distintos grados que no se sustentan en una base recional y tienen una fuerte carga de subjetividad: lo que algunas personas defienden como hechos comprobables mediante una serie de sesgos y distorsiones en sus procesos de pensamiento, para otros se trata de fenómenos fácilmente descartables si se les analiza con objetividad. En algunas ocasiones significa creencias individuales, en otras, creencias colectivas.Para comprender esa compleja realidad de ideas que se entraman y se superponen, las supersticiones han sido clasificadas de acuerdo con su origen y alcance. La Encyclopaedia Brittanica distingue, de este modo, las supersticiones religiosas, las culturales y las personales.
Tres esferas básicas
Dichas supersticiones han aparecido en los discuros religiosos. Por una parte se encuentran las creencias situadas más allá del canon establecido en los fundamentos de las religiones aunque derivadas de ellas; por ejemplo, como en la 'Ultima Cena' había sentadas en la mesa 13 personas y una de ellas encontró un desenlace trágico, hoy se cree que es de mañla suerte que se dispongan 13 personas en un banquete, pues una de ellas habrá de morir. Por otra parte, las supersticiones religiosas tienen una cáracter relacional; es decir, para quien no forma parte de un culto las creencias que profesa pueden tacharse de supersticiones, que en su acepción moderna valdrían por 'creencia falsa' o 'engaño'.
Cuando el Imperio Romano adoptó la religión católica como oficial, el emperador Constantino consideró supersticiones a las creencias de la antigua religión vigente en ese dominio. Los conquistadores españoles tildaron de supersticiosos a los indígenas americanos que profesaban sus cultos tradicionales. Para los protestantes la veneración de las reliquias y las imágenes de los santos son actos de superstición. De este modo la religión ajena puede ser rebajada a la calidad de superstición, y para quien no profesa ninguna religión, todas lo son. Se trata sin duda, de un díficil terreno conceptual en el que se involucran factores como el binomio tolerancia-intolerancia y la moderna preocupación por el multiculturalismo.
Aunque a veces son inseparables de ellos, no todas las supersticiones pueden vincularse de manera directa a los discuros religiosos. Muchas se originaron en otros ámbitos culturales, con una notoria diversificación. Cualquier cultura en cualquier época generó creencias sobre aquellas prácticas que pueden atraer buena o mala suerte o alejar peligros relacionados con la enfermedad, la pérdida o la muerte. Entre las más extendidas puede mencionarse la creencia en el llamado 'mal de ojo'
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